lunes, 23 de mayo de 2011

AMOR A LOS 14. CAPÍTULO 9.

La ducha se ha convertido en uno de mis desestresantes preferidos. Es de los pocos momentos en nuestra ajetreada vida en el que estás a solas contigo misma. Sin nadie más que te moleste. Te evades del mundo, refugiándote bajo unas cuantas gotas de agua que, a presión, golpean tu cuerpo de manera incesante. Te relajas e intentas no pensar. Cierras los ojos y notas el calor en tu piel, como se empapa tu pelo... Y evitas pensar. “No pienses, no pienses...”.
¡Imposible! Ni bajo la ducha, he logrado hoy desconectar. Y que no se diga que no lo he intentado. Incluso, he cantado varios temas de Maldita Nerea y Despistaos. Mal, muy mal, porque desafino muchísimo. Pero cuando estaba entregada al “Caricias en tu espalda”, me he puesto a llorar como una tonta. ¿Por qué me ha tenido que pasar a mí?
El encuentro con Adrián y su ex novia me ha marcado demasiado. Leire es tan... tan... perfecta. Con esos ojos tan azules y ese pelo tan bien cuidado. Nos parecemos un poco, sí. Pero ella es la versión mejorada de mí.
Después de clase, los vi juntos. No me lo quería creer. Enseguida, supe quien era aquella chica. No podía ser otra. ¿Ella había sido la responsable de la ausencia de Adrián desde ayer por la tarde y la que le había mandado los mensajes al móvil? Tenía que saberlo.
Me acerqué hasta ellos que me miraron en cuanto grité el nombre del chico que me gustaba. Él se puso de pie, pero ni siquiera tuvo la intención de darme dos besos. Simplemente, me saludó con frialdad con la mano y me presentó a su acompañante. “Laura, ésta es Leire”.
Me quedé helada. Intuía de quien se trataba, pero ahora que me lo había confirmado, mis sensaciones eran más extrañas aún. Se me formó un nudo en la garganta y de lo único que tenía ganas era de salir corriendo de allí. Sin embargo, aguanté inmóvil, de pie, le di dos besos y esperé acontecimientos.
En los siguientes segundos, ninguno dijo nada. Al menos, no lo recuerdo. Fue un instante tenso. Yo por una parte quería saber que estaba pasando, pero por otra temía escuchar algo que me partiera el corazón. ¿Habían vuelto juntos? Esa idea no dejaba de atormentarme. Para ser sinceros, no podía competir con aquella belleza. Era una de las chicas más guapas que había visto nunca.
Sin embargo, lo que sucedió a continuación, me sorprendió. Adrián y Leire se despidieron y quedaron en llamarse más tarde. La chica me miró una última vez, sonrió con cierta tristeza y se marchó.
“¿Damos una vuelta?”, me preguntó Adrián cuando nos quedamos a solas. Asentí con la cabeza y comenzamos a caminar los dos juntos. Muy despacio. Como si quisiéramos parar el tiempo. Ojalá lo hubiéramos hecho si eso hubiera significado quedarme a su lado para siempre. Pero no se pueden conseguir las cosas que son imposibles y él me tenía que revelar lo que estaba pasando.
Soplaba un poco de viento frío. Aunque lo que realmente me hizo estremecer fue cada palabra que salió de la boca de Adrián. Estaba sereno y hablaba con la habitual tranquilidad con la que lo hace normalmente. A pesar de que la situación no era sencilla para él, no parecía nervioso.
“Entiendo que puedas estar enfadada conmigo...”, empezó a decir. “Pero ha surgido algo que me ha tenido ocupado estos días. Leire se ha escapado de casa”.
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Preguntas y más preguntas invadieron rápidamente mi cabeza. Tantas que no era capaz de pronunciar ni una sola palabra. Bloqueada. Así que opté por quedarme en silencio, atenta a lo que Adrián me contaba.
“Nunca se ha llevado bien con sus padres. Siempre están discutiendo. Nunca había ido a más, pero el sábado, después de una nueva bronca, decidió fugarse. Cogió un autobús, me mandó un mensaje al móvil y vino a verme. Ella y yo, aunque ya no vivimos en la misma ciudad, seguimos en contacto por el Tuenti. Pasó la noche en mi casa, en mi habitación, sin que mis padres se enteraran. Hablamos mucho y finalmente la convencí para que volviera. Ella no quería pero accedió. Sin embargo, me engañó. Cuando ayer estaba en tu casa, me mandó un nuevo SMS en el que decía que no había vuelto y que estaba en mi cuarto llorando. Regresé con ella y estuvimos el resto del día juntos. Leire no tenía intención de irse a su casa. No sabía que hacer. Me rogaba para que la ocultara en mi dormitorio un par de días más, pero cuando esta mañana le subía algo de desayunar, mi madre la descubrió”.
Uff. Menuda historia. Estaba asombrada. Una chica, de mi edad, que se escapa de casa y se fuga en bus hasta la ciudad en la que vive su ex novio. ¡Cómo en una película! Yo no sería capaz. Pero había más. La parte más importante de todas y en las que yo estaba implicada.
“Cuando mi madre la pilló en mi dormitorio y después de contarle lo que sucedía, lo primero que hizo fue llamar a sus padres para tranquilizarlos. Ellos estaban muy preocupados e incluso habían ido a la policía para avisar de la desaparición de su hija. Leire habló con ellos por teléfono y llorando les pidió disculpas. Prometió regresar esta tarde pero les insistió en que la dejaran estar conmigo el resto de la mañana. Dijeron que sí y mis padres también me han dado permiso para no ir hoy a clase... Por eso, no he ido al instituto. Leire, además, tenía algo que decirme. Me ha contado que no se ha olvidado de mí. Que nunca ha dejado de quererme y desea que volvamos a ser novios. Que aunque no vivamos en la misma ciudad, podríamos pasar los fines de semana juntos y el resto del tiempo, seguir en contacto por el móvil y las redes sociales.”
Cada palabra que Adrián iba diciendo me hacía más daño. Finalmente, estaba en lo cierto. Su ex novia quería recuperarle. Y si lo pretendía seguro que lo lograba.
Seguimos andando, sin rumbo fijo. En silencio. Yo esperaba que continuara la historia, pero daba la impresión de que él estaba pensando como decirme las cosa sin hacerme más daño. Y prosiguió hablando:
“Tú me gustas. Ya lo sabes. Desde que te conocí me has gustado. Y no te puedes imaginar la de veces que pienso en ti a lo largo del día...”. Entonces se detuvo y me cogió de la mano. Me miró fijamente a los ojos y por primera vez noté inseguridad en su mirada. No sonreía, ni estaba serio. Su expresión era tan confusa como sus sentimientos. “Pero al ver de nuevo a Leire... y saber que es lo que siente, se han despertado dentro de mí sentimientos que pensaba que habían desaparecido completamente. Laura, estoy hecho un lío.”
¿Y yo? ¿Cómo estaba yo?
Mal. Mal, no: fatal. El chico del que me estaba enamorando, que me había arrebatado un trocito de mi corazón, me estaba diciendo que quizá su ex novia, que era mejor que yo, le seguía gustando.
¡Los tíos son todos iguales!
Me solté de su mano y sin decir nada, me puse a andar. Adrián, aceleró para colocarse a mi lado y uno junto al otro, caminamos hacia nuestras casas.
Aquel chico me estaba haciendo daño. Como el otro: Pablo. Los dos eran muy diferentes, pero ambos habían logrado el mismo resultado. Era lo que pensaba durante todo el trayecto. ¿Quién me mandaría a mí meterme en líos con chicos? ¿No había prometido en Navidades que pasaría de ellos? En el fondo, me lo tenía merecido. Por ingenua. Ya no es una cuestión de mala suerte, sino de que debo tener algo que hace que los tíos se fijen en otras cuando están conmigo. ¿Qué haré mal? No soy una modelo, pero tampoco estoy tan mal. ¿No?
Llegamos a mi casa. Y entonces ocurrió todo muy deprisa.
Adrián se puso delante de la puerta de entrada. Me preguntó que qué pensaba, que por qué no decía nada. Yo le pedí que por favor me dejara en paz. Si él tenía que pensar quien de las dos le gustaba más, yo también tenía que decidir si le volvía a hablar alguna vez.
Y cuando las cosas parecían que no podían ir peor entre nosotros, me besó. Sí, me besó. No sé si lo había planeado durante el camino, o le salió impulsivamente. Sentí sus labios presionando con fuerza los míos. Y sus manos aparecieron de repente en mi cintura.
¿Si me gustó?
¡Claro!
Tanto, que le puse mis codos en su pecho, lo empujé un poco hacia atrás, apartándolo, y con la palma de la mano derecha le solté una bofetada que hasta asustaría a cualquiera solo del sonido que hizo.
Jamás creo que olvide su cara en ese momento. Terror. Miedo. Pavor. Todos los estados mezclados en uno. Incluso, me sentí culpable. Pero no era tiempo ni de pedir disculpas, ni de rebajarse. Me despedí con un seco “adiós” y entré en mi casa.
Y así están las cosas.
Sé que lo he hecho mal. Pero también sé que tenía motivos para estar enfadada. No es justo que jueguen conmigo de esa forma. ¡No es nada justo!
A pesar de todo no estoy satisfecha de mis últimas actuaciones.
Le he pegado al chico que me gusta, que no sabe si le gusto yo o su ex novia, la chica perfecta y mi mejor amiga, Alicia, y yo estamos enfadadas porque se ha liado con mi ex novio, Pablo. Problemas y más problemas.
Creo que nada de esto tiene solución, aunque quien sabe que es lo que puede pasar mañana. Tal vez, como en las novelas, todo tenga un final feliz. Aunque lo dudo mucho.

¿Cómo terminará la historia?
¿A quién elegirá Adrián?
¿Arreglará Laura todos los líos en los que se ha metido?
Y Pablo y Alicia, ¿seguirán juntos?


EL DÉCIMO Y ÚLTIMO CAPÍTULO DE AMOR A LOS 14 LO SUBIRÉ ESTE JUEVES 26 DE MAYO A LOS 20.00.

2 comentarios:

  1. Madre mia este capitulo, se parece muchisimo a una historia que viví hace un par de años,, me identifico mucho con Laura de buena tonta, espero que al final encuentre el amor.

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  2. Pero a ver si la ex de Adrian se llama Leire, ¿porque en el capitulo 8 has puesto que se llama Lidia?

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